Nadie aprende a nadar leyendo un libro de natación. Tampoco habilidades directivas o profesionales. Por eso es importante aprenderlas desde el juego, las emociones y la experiencia. Hace años vivimos la moda de las actividades outdoor en empresas, y luego desapareció con la crisis. Pasada la resaca… ¿Qué hay de valioso y útil en estas metodologías? ¿Cuándo y cómo tienen sentido? ¿Cuáles son sus claves de éxito?

El “outdoor training”: ¿moda o anatema?

Recuerdo hace años un cliente, Director de RRHH, que me decía: “Tengo x € de presupuesto por gastar. Mándame una propuesta de cualquier curso… pero que sea outdoor. ¡Qué se lo pasen bien y vuelvan motivados!”

¡Qué tiempos! No lo digo con nostalgia por la facilidad con que se vendía (bueno, también un poco) sino con el desconcierto que me producía proponer algo sin saber para qué, por qué, qué, ni para quién, y que lo único claro era el cómo y el cuanto. A menudo no había criterio a la hora de comprar. Tampoco se distinguía entre actividades lúdicas o incentivos vs. formación experiencial.

Muchos proveedores no tenían esos escrúpulos profesionales, e inundaron el mercado con todo tipo de actividades más o menos extremas, más o menos divertidas, más o menos caras y más o menos inútiles para el desarrollo profesional.

De aquellos polvos vienen estos lodos. Cuando la crisis recortó los presupuestos de formación radicalmente (por no hablar de los sueldos o las plantillas), cuando se pasó la moda, cuando resultaba conflictivo hacer una formación divertida o espectacular (“van a decir que hemos estado jugando por el campo”), de repente ya no se compraba nada con la etiqueta “outdoor”. Aunque tuviera todo el sentido didáctico. Aunque no supusiera coste añadido. Aunque se gastara más en comidas y hoteles que en la formación. Y vinieron los años de vacas flacas.

Curiosamente, en este tiempo han surgido otras modas y etiquetas (serious games, gamificación, Coaching, etc.) para cubrir la necesidad de novedad y de formación no convencional. Me temo que una vez más estamos volviendo a desvirtuar su utilidad y su buen uso, aunque eso será tema de otro artículo.

¿Toda la Galia está conquistada? ¡No! Queda un reducto de profesionales del desarrollo de personas que seguimos trabajando el aprendizaje desde la experiencia, tratando de hacerlo bien, cuando toca, con sentido, eficacia y eficiencia.

Al fin y al cabo, el ser humano viene aprendiendo de sus aventuras y experiencias desde hace miles de años, mucho antes de que hubiera coaches certificados, programas de desarrollo corporativos, power point, salas de formación, o rotafolios.

Algunas anécdotas personales

Cuando era niño era bastante miedoso pero soñaba con vivir grandes aventuras. Con el tiempo conseguí realizar algunos de esos sueños (siempre a nivel “dominguero”), pero sobre todo aprendícosas importantes mientras lo hacía. Por ejemplo:

  • Escalando aprendí a enfocar mi atención aquí y ahora (no mirar abajo), a superar mis límites imaginarios y miedos muy reales, a respetar procedimientos, a confiar en mi compañero y ser digno de confianza cuando aseguraba, etc. Nos iba la vida en ello.
  • Conduciendo motos por la arena aprendí a relajar los brazos, a no querer controlar todo, a seguir acelerando cuando el manillar se mueve, y a guiarte por dónde pones realmente tu peso. De lo contrario la rueda delantera no flota y acabas cayéndote o sufriendo terriblemente al intentar controlar lo incontrolable.
  • Navegando a vela aprendí la importancia de la sincronización y la coordinación entre distintos miembros de un equipo, cómo el capitán es responsable de todo lo que pasa a bordo aunque no tenga la culpa, y cómo adaptarte a los elementos cambiantes, a veces haciendo zig-zags pero sin perder tu rumbo.
  • Jugando al padel aprendí a elegir el golpe que toca en cada momento y no el que te dicta tu ego o tu frustración, a hablar mucho con el compañero, a que si relajas la muñeca el remate sale más rápido, y a generar situaciones de ventaja poco a poco.

  • Esquiando aprendí a gestionar mi miedo, a lanzarme al giro en vez de dejar mi peso atrás buscando una falsa seguridad, a hacer que mis esquís me lleven naturalmente en vez de querer llevarlos, o a elegir exactamente dónde hacer los giros para convertir los baches en apoyos.

Para otra persona será otra actividad: jugar a las cartas, construir Legos, correr, boxeo, ganchillo… Cuando estamos en modo juego nos olvidamos de la máscara profesional y mostramos nuestros recursos y carencias. ¿Quieres saber cómo es alguien realmente? Practica algún juego o deporte con él.

Además, a poco que reflexionemos podemos aprender muchas cosas aplicables a otros ámbitos de nuestra vida ¿Quieres mejorar? Traduce tus aprendizajes en el juego a tu realidad. De hecho lo que diferencia a los mamíferos superiores de otros animales es la capacidad de aprender, mediante el juego, habilidades aplicables a los retos reales que se encontrarán.

Al crecer y hacernos profesionales serios y formales ¿Cuándo dejamos de jugar? ¿Cuándo dejamos de aprender? ¿Por qué sustituimos una experiencia memorable por 200 slides de power point?

Aprendizaje experiencial: ¿Qué es, por qué funciona y para qué sirve?

El aprendizaje es experiencia, todo lo demás es información” – Albert Einstein

El aprendizaje experiencial (Outdoor / indoor) no es la mera realización de actividades lúdicas. Utiliza la aventura, los juegos y actividades como experiencias que catalizan y crean procesos de reflexión y aprendizaje para el desarrollo profesional y personal.

Pero, al contrario del prejuicio habitual, no imaginemos proyectos caros o complejos. Se pueden adaptar muchas actividades outdoor para poder realizarse en sala o ajustarse a las limitaciones logísticas o presupuestarias del cliente. Por ejemplo he montado actividades muy potentes y de 2h de trabajo con 15 folios.

¿Aplicaciones? Cualquier situación en que más que un aprendizaje intelectual, por ejemplo:

  • Creación / integración / mejora de equipos
  • Gestión del cambio y actitudes ante la dificultad
  • Dinamización de reuniones de trabajo o formaciones más convencionales
  • Desarrollo de competencias de relación, de logro, de autogestión, etc.
  • Marcar un punto y aparte, como una nueva estrategia, el lanzamiento de un nuevo producto, la superación de una dificultad
  • Colectivos hartos o poco receptivos a formaciones tradicionales
  • Situaciones conflictivas o difíciles de afrontar directamente, pero que se pueden trabajar desde la metáfora

En general, cualquier situación en la que se quieran trabajar aspectos no solo intelectuales, sino también emocionales, actitudinales o sociales.

¿Por qué funciona? El aprendizaje experiencial es más profundo y duradero. No es casualidad. Se debe a que cumple mejor que otras metodologías los principios de aprendizaje en adultos (andragogía). El adulto aprende mejor cuando:

  • Elige aprender (en un entorno nuevo y estimulante)
  • Construye su propio significado y conclusiones
  • El aprendizaje tiene conexión con su realidad y experiencia
  • Participa de forma activa y se siente protagonista de su aprendizaje
  • Se da cuenta de que tiene áreas de mejora y recibe retroalimentación
  • Mantiene y refuerza su autoestima
  • Aplica lo aprendido inmediatamente
  • El aprendizaje es percibido como útil para su vida profesional o personal
  • Vincula lo aprendido con emociones, experiencias y conocimientos

La teoría suena muy bien, pero… ¿alguna experiencia real?

  • Situación: Comité de Dirección disfuncional en la filial española de un gran fabricante de automóviles.
  • Solución: Dos jornadas a bordo de un velero, para trabajar la cohesión y rediseñar las dinámicas, procesos y reglas de trabajo.
  • Resultado: Establecimiento de nuevos mecanismos de coordinación y mejora de la cohesión personal y profesional.
  • Situación: Multinacional farmacéutica. Itinerario de mejora de las competencias de Autogestión. Algún participante con miedo a las alturas.
  • Solución: 3,5 jornadas de sala + outdoor (escalada) + aplicación.
  • Resultado: Valoración media de 9/10. “Fue una jornada decisiva en mi vida”
  • Situación: Necesidad de integración estratégica, cultural y operativa de 15 filiales extranjeras adquiridas por una gran cooperativa industrial.
  • Solución: Una semana trabajando con cada comité de dirección, combinando diversas actividades outdoor (conducción en circuito, navegación, misión posible, etc.) con jornadas de alineamiento estratégico, cultural y operativo.
  • Resultado: Coherencia de las estrategias en cada país, y más de 500 compromisos de mejora concretos.
  • Situación: Empresa que quiere reformular su misión, visión, valores y conseguir el consenso, la implicación y trabajo en equipo de sus 50 directivos para llevarla a cabo.
  • Solución: Dos jornadas, una más convencional pero combinando actividades sencillas indoor-outdoor para establecer y consensuar la definición estratégica, y otra de escalada para experimentar los valores acordados y mejorar el trabajo en equipo.
  • Resultado: Lanzamiento eficaz de la nueva estrategia y mejora de los resultados de la empresa (no solamente debida a las dos jornadas, evidentemente, sino a muchos más cambios y mejoras desde ese momento).

¿Significa que este tipo de metodología es la piedra filosofal? En absoluto. Muchas veces puede ser innecesario o incluso contraproducente. En cambio en otros casos puede suponer la diferencia entre gastar el dinero en otra acción más con poco impacto o invertir para generar cambios profundos.

 

Luis González Rodríguez.

Director en ReviTalent.