El nuevo modelo productivo estará basado en la innovación, en el que la lucha por el talento y la movilidad laboral alcanzarán cotas desconocidas hasta ahora. Esta es la conclusión a la que llega el informe “España en el mundo en 2033”, elaborado por la consultora PwC y la escuela de negocios Esade. Este fenómeno, junto al impacto de las nuevas tecnologías en los procesos de fabricación, podría alimentar la desigualdad entre los trabajadores y tener efectos sociales difíciles de prever.
El informe, aborda cuatro grandes escenarios: Gobernanza Global, Bloques Regionales, Proteccionismo Nacional e Intereses Económicos al Mando. Dentro de ellos, se analizan seis tendencias que transformarán el mundo en 20 años: geopolítica, nuevo equilibrio económico mundial inclinado al Pacífico, innovación como base de todo, un individuo más autónomo, seres humanos longevos, urbanos y en movimiento y, en el ámbito de la sostenibilidad, menos recursos y más costosos.
Según los autores del estudio, las condiciones económicas premiarán de forma creciente el talento y la innovación, lo que se traducirá en una concentración de talento en centros o polos de empresas y trabajadores altamente cualificados e interconectados en un espacio donde compiten y colaboran al mismo tiempo.
Estos nodos de innovación atraerán la creatividad y acapararán la mayor parte del crecimiento económico, actuando como catalizadores de desarrollo.
Por otro lado, PwC y Esade vaticinan que esa intensificación de la lucha por la atracción del talento y la referida tendencia a la mayor movilidad de los trabajadores altamente cualificados facilitarán la interactuación de culturas e incrementarán la interdependencia, aunque afectarán negativamente a la solidaridad, que tenderá a diluirse al perder las sociedades homogeneidad y cohesión.
Así mismo, según el estudio, unas nuevas tecnologías de fabricación y automatización, como la robótica o la impresión 3-D, podrían revolucionar los patrones laborales incrementando la productividad y reduciendo la externalización. Sin embargo, la demanda de trabajadores semicualificados podría ralentizarse de forma ostensible, lo que aumentaría las desigualdades salariales e incrementaría notablemente el desempleo.
En este contexto tecnológico e innovador, PwC y Esade no descartan que un subconjunto significativo de trabajadores sufra una degradación de la calidad de sus empleos y su remuneración, pese a que, en la actualidad, no exista consenso sobre si la automatización conducirá al mundo a un desajuste laboral estructural.
En líneas generales, el análisis de PwC y Esade asegura que en 2033 el escenario geopolítico global será radicalmente distinto al actual. Las potencias occidentales habrán perdido peso en favor de nuevos bloques regionales -de carácter económico y político-, que competirán entre sí y que tenderán a proteger sus propios mercados e impulsar, al tiempo, flujos de inversión directa.